Vivir para ver: una poética de lo cotidiano. Yasef Calderon. Habana. 1997. |
En principio fue el símbolo. Todos los elementos buscando sitio en el universo: una brutal transmutación signica. Todos convirtiendo la sangre -designio en rica significación originaria. En principio fue el símbolo ... y como el alquimista que trabaja desde la claridad de su taller, Angel Delgado- también con el don de hacer alquimia- reparte luz entre sus pinturas y su tiempo. Los que hemos podido asistir a su evolución como artista plástico e inefable demiurgo, le agradecemos su visión singular de esa poética de lo cotidiano donde los caracteres de un medio cada día más hostil, complejo y simulador se re-crean, proponiendo a través de visiones angelinas una lectura mordaz, reflexiva, ante los ojos y el espanto enfermizo de beatos insulares. Angel se rebela contra la esencia del caos. Cuestiona. Revisa. Hurga en la banal legitimación de un proceso de continuidad histórica. Se engañan quienes pretenden soslayar la convicción que lo nutre. En estos tiempos de chau y suicidios de la utopía, de crisis espirituales y falsos profetas de la transición, retoma elementos del folclore popular y lo mezcla a su personal bestiario de símbolos primigenios. De la mano nos lleva en un recorrido que arranca en la década del ochenta -punto de referencia imprescindible- donde se adobaron los textos visuales que hoy arrojan luz sobre nuestras almas. Su razón suficiente no queda como la crónica del momento. Exhibe un fatum trascendental a cada paso del paisaje ideotemático que lo anima. Esto es un hombre que no habla de aquello que no ha visto. Sus obsesiones son hijas de la experiencia existencia¡. En un desprendimiento agónico (afán comunístico) derrama un discurso de palpables imágenes en el exquisito enigma del color. En ocasiones el silencio de sus obras arrastra un solemne sobrecogimiento; espacio que rompe lo simbólico conceptual en revisión constante de hechos y des-hechos, cuyo protagonista es este misionero del Mar Caribe. Llegan los noventa como prueba explícita en la carne del pintor, de todo aquello que el movimiento hipercrítico de la anterior década estaba denunciando abiertamente. La censura y el vergonzoso castigo, al trastocar un hecho artístico (escultura orgánica sobre papel periódico) en burdo escándalo público, inaugura una etapa en la obra de Angel Delgado y una alerta de, posible, toque de queda para todo el arte joven dentro de las fronteras de la isla. Al decir del crítico Gerardo Mosquera: El performance de Angel se va convirtiendo en uno de los mitos underground del nuevo arte cubano, a pesar del silencio a su alrededor, en la prensa, las publicaciones y las aulas. Ya en cana, el artista maldito no deja de inventariar sótanos violentos y sórdidos. De esos meses rinden testimonio los llamados Papeles del Tanque, colección de dibujos donde se revela un universo subjetivo de espectador y personaje al unísono. Naufrago, el recluso 1242900 ahonda en la identidad del proceso, los recuerdos, la raíz misma del penal con todas sus violaciones muertes, angustias y suicidios, siempre apelando a su fe, y a la capacidad de fabular. Crea códigos que explican (aún inéditos) todo el correr detenido entre dos categorías de ilusión: presente y presente idem. Angel Delgado bien podría en verso, celuloide, teatro o danza expresar las visiones que pueblan estas páginas. El destino ha decidido que, sean lienzos, cartulinas, jabones, pañuelos, papel gaceta, performance y muchas otras maneras de permanencia válidas. Celebro su dharma con la vieja fábula de soles y pintores, porque al igual que aquel vivo en la canción, Angel sólo nos pide como residencia final en su -viaje por la vida paredes para sostenerlos. |